#ElPerúQueQueremos

MENSAJE DE FIN DE AÑO

Publicado: 2010-12-30

Estimados lectores, es muy probable que este texto sea el último que lean. No soy un lúgubre predicador del fin del mundo. Tampoco un profeta de hecatombes. La humanidad las ha sufrido tanto que solamente quiero prevenirla. Un futuro de guillotina pende sobre nuestras cabezas. No me baso en cábalas o supersticiosas interpretaciones de las sagradas escrituras, llámense Biblia, Corán o Popul Vuh. Mis conclusiones se basan en datos científicos rigurosos e irrefutables.

Grandes desastres ecológicos y sociales se avecinan. Es urgente mantener la calma y dejar de lado las fáciles ironías.

No dejarse engatusar por el canto gregoriano, ni por las pálidas estrellas que adormecen el fino paladar de los hermafroditas.

Para esta época de dolor y sufrimiento, busquemos consuelo en el solidario hombro de algún hampón desprevenido.

Es aconsejable cierta mesura antes de emitir una opinión. Tengamos en cuenta que el más mínimo de nuestros gestos nos puede comprometer para toda la vida. Por ejemplo, es de buen tino agradar a un civil que se comporta como cura, a un cura que parece militar, a un militar con ademanes de corista, a una corista que baila chachachá. Son detalles un poco simples pero necesarios para templar el espíritu y despertar la sagacidad.

Sin embargo, las desgracias nunca vienen solas. La imprudencia sindical pone su cuota de error y de blasfemia. Los porteros de casinos y grandes hoteles se han federado para atacarme como representante del pesimismo más funesto. Me acusan de ahuyentar a los turistas extranjeros proclives al peligro programado y a la meditación trascendental. Nada de eso tiene un ápice de fundamento.

Amigos contribuyentes, damas y caballeros de ejemplar ecuanimidad, les pido que confíen en mí, enfrentemos juntos la catástrofe que se avecina. Desde hoy mismo empecemos a coleccionar anteojos de azufre, casas de cartón y pobres orejas de pobre cristal. La literatura peruana y la economía mundial tienen vasos comunicantes que no pueden ser percibidos por mentes obtusas y prejuiciosas. La conjunción de estas dos fuerzas algo arbitrarias impedirá que seamos absorbidos por el agujero negro de nuestra desidia.


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Palomilla de ventana

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