Las manos del Señor no son necesariamente las manos omnipotentes que pintó Miguel Ángel para “La creación” en su tercer día. Tampoco las manos llagadas del Nazareno. Las manos del Señor pueden ser las menos evidentes, las más inesperadas: las manos expertas de una cruel abadesa, las manos sutiles de un tahúr en apuros o las manos ávidas de un amante furtivo. Lo importante es que cumplan sus funciones con la destreza para las que fueron creadas. Solo el Señor no tiene recelo de que su mano izquierda sepa lo que hace su mano derecha y viceversa. Solo él puede acariciar el infinito con ambas manos sin perder el equilibrio.

Por estas razones fundamentales he decidido que de hoy en adelante las manos han de ser culto de adoración obligatoria que no excluya, de manera alguna, a los mancos. Los mejores poetas han de escribir los más hermosos poemas en su honor. En las bellas artes tenemos ejemplos maravillosos: las manos dibujadas por Durero y la conmovedora escultura de Rodin, “La catedral”, formada por ambas manos.

El solemne besamanos palaciego será una ceremonia cotidiana que ha de reemplazar al circense cambio de guardia, mala copia del estilo británico.

Los alumnos en las escuelas han de besar, antes de empezar las clases, las manos de sus preceptores. Como las manos son sagradas se prohibirá terminantemente el castigo de reglazos o palmetazos en ellas, para eso están las nalgas. En las clases de zoología será desterrado el término cuadrumanos para referirse a los monos, seres inferiores, indignos de tener una sola mano.

Los directores de orquesta dejarán de usar la tonta batuta y solamente con sus gestuales manos han de procurar que su disciplinado conjunto ejecute las más hermosas melodías.

Se prohibirá en los espectáculos públicos que alguien se pare de manos. Además de ser postura poco elegante es denigratoria de las manos. En cambio, los malabaristas y magos siempre serán bien aplaudidos. Todos los juegos que implican habilidad manual serán incentivados desde los primeros años de la infancia. El origami será obligatorio a pesar de su procedencia japonesa.

Del léxico popular será excluida la frase “juego de manos, juego de villanos” por ser obviamente sacrílega. A los ladrones ya no se les cortará las manos sino los pies, así no podrán correr cuando cometan un nuevo hurto. Justo castigo sin necesidad de atentar contra las partes sacras. El onanismo, por ser una autoestimulación erótica realizada con las manos, no será considerado pecado, ni siquiera venial.

Por último, en todas las fachadas de las instituciones públicas o privadas será obligatorio que destaquen estas palabras del Mío Cid: Lengua sin manos, ¿cómo osas hablar?